jueves, 29 de julio de 2010

"La nueva vida de Melody" Primer Capítulo.


Era increíblemente una idea estúpida sabiendo que tenía al hombre de sus sueños justo al lado de ella abrazándola mientras dormía y respirando lentamente en su cuello.

Era de noche, como las dos de la mañana y Melody no podía dormir, no porque no tuviera sueño, sino porque había tenido un sueño que la hizo revivir los últimos momentos con Liam, el funeral de Isabel y la última mirada de amor que vio en los ojos grises de Liam. 

Melody, era bella y feliz, vivía con el hombre que amaba, tenía un trabajo perfecto y la casa perfecta en el lugar perfecto. No tenía la vida que la mayoría de las mujeres tenían, Melody trabajaba con un horario muy bien acómodado ya que ella era la propia dueña de su Café Literario que Vicente, su esposo, le ayudó a construir en la calle principal de New York. El negocio y la visita de turistas y neoyorquinos fue increíble desde el primer día de inauguración. 


Vicente era un conocido escritor en las Américas y en toda Europa, se especializó de una manera muy exitosa en novelas de amor, misterio y tristeza. Tenía 26 años al igual que Melody y ésta lo conoció nada menos que en un lanzamiento de un libro, Melody llevaba en sus manos el libro y Vicente se encontraba dentro de una libreria firmando la primera hoja de los libros a sus fanáticos y fanáticas, al lado de unos cuantos guardias y de su agente, una mujer alta, rubia e increíblemente guapa que estaba enamorada de Vicente desde que él la contrató. Cuando Melody le entregó el libro, a Vicente le pareció notar en ella el fanatismo presente al mirarlo, cosa no muy vista en lectores. Vicente pensó que ese tipo de fanatismo se veía sólo en fanáticas de músicos y no en escritores, como él.


Vicente no dejó de pensar en Melody desde que le preguntó su nombre para anotarlo en el libro, "Melody", pensaba él, en su apartamento en New York, Manhattan. Sinceramente no dejaba de pensar en Melody, en su pelo castaño levemente ondulado y con las puntas cayéndole por sus hombros y espalda. Sus ojos castaños, sus labios rosados y pequeños, sus mejillas sonrosadas y su gráciles movimientos que Vicente pudo notar. Era escritor, era normal ver todo ese tipo de detalles en Melody. 

Los siguientes días, Vicente visitaba la librería con más ganas para verla y hablarle, quería entablar una casual conversación y poder ver a Melody una vez más con ese rubor en las mejillas que le llamaba tanto la atención. Pero Melody no apareció más, tampoco la vio más. Vicente estaba triste, incluso habían noches en las que quiso llorar y mañanas en las que no quiso despertar. Era extraño el hecho de querer ver a alguien que ni siquiera conoces. Su agente, la rubia, le decía que era un estúpido enamoramiento y se dignaba a ocultar a Vicente en su propio apartamento lejos de cámaras y prensa. Fue entonces un día cuando la rubia tuvo que salir por unas reuniones y Vicente vio por televisión un anuncio que remataban todos los libros de una antigua libreria en Brooklyn y decidió saltarse de su vida ajustada para ser un escritor normal que camina por las calles. Quería tratar olvidarse de la mujer de cabellos castaños que dominaba sus sueños por las noches y tomó su chaqueta, sus gafas y salió en busca de libros.


El día estaba soleado, pero había frío que calaba los huesos. Lo bueno fue que cuando Vicente entró en la libreria, nadie giró la cabeza para mirarlo y perseguirlo por un autógrafo, era solo un comprador más.


Se dirigió al sector de Poemas de Locura y Muerte y allí estaba Melody, paró en seco y tuvo que darse un tiempo para verificar si era verdaderamente ella. Melody estaba con su cabello castaño levemente desordenado y sus mejillas sonrosadas. Ese día llevaba una falda plizada amarilla que hacía tonificar sus largas y morenas piernas, llevaba unas botas azules y una chaqueta de mezclilla que le daba una impresión de un pequeño duendecillo. Vicente se rió ante este pensamiento.


Melody giró la cabeza hacia Vicente y ésta se sonrojó y bajó la mirada. Vicente carraspeó, se acercó a ella y todo cambió desde entonces.


Vicente nunca pensó en casarse tan joven, en realidad nunca pensó hacerlo. Pero, al ver a Melody muchísimas cosas en su forma de ser cambiaron, habían cosas que él nunca había hecho y que Melody le enseñó luego de conocerse.

Vicente le propuso matrimonio en un día muy inusual. Estaba lloviendo y ambos se encontraron en el Tren, se sonrieron de una manera casual y a la vez falsa, que tapaba el hecho de haberse estado llamando todos los días por las noches para comentar el día de ambos. Vicente notó que Melody tenía el pelo completamente cubrido de llovizna, estaba más pálida y sus mejillas muy rosadas. Tenía la respiración agitada ya que corrió antes de que le cerraran las puertas del Tren, se había despertado tarde aquella mañana y ni siquiera había tomado desayuno. 


-Melody, cásate conmigo por favor -Vicente habló bien en alto como para que la gente a su alrededor girara levemente la cabeza.


Melody no lo miró, ni siquiera por estar a su lado. Sólo miró el reflejo de ellos en la ventanilla frente a ellos.


-Si.


Vicente se sintió, lo suficientemente enamorado como para ser feliz.

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